Yo les doy vida eterna, y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano. Mi padre, que me las ha dado, es más grande que todos; y de la mano del Padre nadie las podrá arrebatar. El Padre y yo somos uno.
Juan 10, 28-30.
REQUIESCAT IN PACE. AMEN.
Con reminiscencias decimononicas se presenta Nuestra Señora de la Esperanza Coronada para la conmemoración de nuestros fieles difuntos. El homenaje al «negro español» y al concepto de dolorosa de vestir nacido en nuestro país. Un trozo de nuestra propia historia para recordar y orar por todos aquellos que marcharon a la Casa del Padre.
Dales Señor el descanso eterno y brille para ellos la luz perpetua. AMEN.