Cosas de niños.
La complejidad de las cosas que los adultos muchas veces no comprendemos desde nuestra posición, es un hecho. Las decisiones humanas unipersonales o colegiadas están envueltas a veces, en multitud de motivos que nuestra razón no entiende. Son intrincadas. Hacemos cábalas, y silogismos sobre tal o cual asunto de cualquier índole social, intentando darle explicación lógica.
Los niños no ‘funcionan’ igual. Su lógica es más simple…y aplastante. Su inocencia infantil es contundente.
Ante el conocimiento en abril pasado, de la decisión del Consejo Episcopal del Arzobispado de Granada que nos comunicaba que “por el momento, no autorizará nuevas coronaciones por motivos pastorales”, la medida, aceptada y asumida por la cofradía, es comentada por los mayores con diferentes opiniones y perspectivas. Y los niños, que son niños, y por eso muy lógicos, escuchan…
Una niña, hermana, a la salida de una celebración de cultos de la cofradía. La pequeña, en la puerta de la iglesia se acerca a su madre y suelta la pregunta. Sin anestesia, «mamá, ¿por qué el arzobispo no quiere coronar a la Virgen de la Esperanza?». La cara de la mamá cambia a un rictus de estupor, de desconcierto. A la velocidad del relámpago empiezan a cruzar la mente de la mamá diferentes respuestas -alguna, incluso, no muy maternal ni pastoralmente correcta- para responder a su pequeña de la forma más acertada a su corta edad. Segundos, pero segundos interminables para la madre. Cuando estaba a punto de contestar adecuadamente a su hija, ésta le alivió del aprieto con una afirmación. Contundente y dentro de su lógica: «mamá, si la Virgen ya tiene su corona». Se dio media vuelta y se fue a corretear con sus amigos por la plaza de Santa Ana.