El milagro de la Esperanza (de Granada).
Hoy 18 de diciembre fiesta litúrgica de la Expectación de la Virgen María, celebramos el día de la Esperanza. Felicitamos a todos nuestros hermanos y a las niñas -y no tanto- de nuestra hermandad o no, que llevan su nombre.
¡Feliz día de la Esperanza!
No ponemos ni quitamos una coma. Reproducimos hoy, su día, el poema que a Ella le ha regalado David Rodríguez Jiménez-Muriel y que también hoy publica en su Alacena. Solo inclinamos sus versos a la cursiva, como nos inclinamos hoy en Santa Ana para besar la mano de La Esperanza…
Dice una leyenda que la joven hija de José Risueño Alconchez, murió el año de 1718. Y ese año…
En los salones umbríos
de la Iglesia de San Gil
el cabildo fue gentil
a los nuevos desafíos.
Dijeron los señoríos
que habría de hacerse una nueva
Dolorosa. Se releva
la antigua que está en Santiago
enferma por el estrago
y afecta ya por longeva.
Sin ocultar las verdades
al Cabildo General
se dice el estado real
de las Tres Necesidades.
Las muchas dificultades
que restaurarla conlleva
obliga a hacer una nueva
a pesar de que las arcas
están a lo sumo parcas.
Mas con todo esto se aprueba.
Desde el fondo del salón
alza la voz un artista
con la noticia imprevista,
que concita la atención.
El hermano tiene un don
tamaño y tan desmedido:
tan abultado y crecido
del que sabe ya Granada
que su oferta es aceptada
cual milagro conseguido.
Ostenta el difícil cargo
de la cruel mayordomía.
Esto en una Cofradía
es un compromiso largo
que quita horas al día
e instantes a la alegría.
Responde el buen mayordomo
al nombre de tomo y lomo
que sigue: José Risueño.
Una envidia y un ensueño
que al arte le puso asomo.
Se había ofrecido a labrar
además sin coste alguno
con un arte que ninguno
soñó ni acaso igualar
la Virgen y regalar
esa nueva Dolorosa.
Supo entonces animosa
su patricia Cofradía
que al poco poseerían
la Virgen más deliciosa.
Volvía Risueño al taller
que cerquita de Santa Ana
tenía en esa manzana.
con el fin de acometer
la Virgen que al parecer
saldría los Viernes Santo.
Y al acercarse entre tanto
en el zaguán de la casa
su mejor caudal, su alhaja
iba asomando su encanto.
Era su hogar numeroso…
…la felicidad, se enseña
y es que ella, la pequeña
le ponía tan nervioso
tal vez, quizás, tembloroso
que a ninguno le extrañaba
ni el vecindario dudaba
que era el ojito derecho
y el calmante para el pecho
de su padre. ¡La adoraba!
Tiene quince en arrebato
la pequeña del hogar
y es locura sin cesar
su risa de campeonato.
Y es arrebol inmediato
la finura de su cara
y la belleza es tiara
en esos ojos de miel
tan bonitos que la piel
de verla se avergonzara.
No hay una niña más guapa
ni por toda la ciudad
ni en la vecina heredad.
Su rostro es como una etapa
que el entendimiento atrapa
y trastorna de por vida.
No hubo joven parecida
en las calles de Granada
con esa belleza dada
por Dios a esa niña que
Risueño tuvo que hacer
seguro, niña mimada.
Corre el siglo XVIII
Lejos aún de las luces.
La ciencia se da de bruces
con la salud en reprocho.
1718
Y con todo su esplendor
la muerte causa el horror
en casa de aquel artista
y a su bien pasa revista:
la niña del escultor.
La muerte está tan segura
que nos gana la partida
y nos vence su figura
que nos da toda una vida
de ventaja. La criatura
con un corazón pequeño
cada día pone empeño
en ganarle a la salud
el juego hasta el ataúd.
y perdió José Risueño.
Dibujo de Manuel Espejo
Muerto en vida y aguileño
un padre pierde al final
(no habrá nada más brutal
que ver morir a un pequeño)
su niña. Maldito sueño.
En el taller, bajo un paño
el barro sin modelar…
No le dio tiempo a empezar
ese busto cual estaño
y un dolor de tal tamaño
le mata sin preguntar.
Las Musas Urania y Calíope.
Simon Vouet, 1634.
Y al cabo de la locura
seco de tanto llorar,
¿ahora quién le va a inspirar?
¿Le volverá la cordura?
Y como una ligadura
que las musas le lanzaran
su manos ya trabajaran
el barro del modelado
y al cabo con el tallado
unas facciones brotaran.
Unos rasgos conocidos.
Un semblante familiar.
Parecía recordar
lo que más había querido.
Era un retrato tenido
de su arrebatada Hija
tan idéntica y prolija
a ella en todo momento
que despertó de contento
la vida por su manija.
La Virgen de la Esperanza
es un ángel granadino
que nos inunda el camino
y nos llena de confianza.
Es un drama en alabanza
por muchos años que pasen;
los escultores se basen
en su rostro angelical
y en ese gesto facial
cuántos méritos descansen.
José Risueño, ca 1720.
Entre tanto llegó al Cielo
la joven niña Esperanza
con la dicha y la confianza
de ver cumplido el anhelo
y conocer a María. ¡Un revuelo!
Y perpleja sin pudor
contemplaba el resplandor
a la que el padre le hacía
imágenes a porfía
con magistral esplendor.
Gotas de agua al igual
de una augusta perfección
que llenaba de emoción
a la niña terrenal.
Una sorpresa final
que va explicando el capricho
que Dios había predicho
en la niña de Risueño
Dos Esperanzas iguales
con unos fines vestales
para el arte susodicho.
Y esto explica el secreteo
y soluciona el misterio
del enorme magisterio
de una gubia en escarceo
digna del mayor museo.
Fue su hija en semejanza
y mi piropo no alcanza
para contarlo aunque asombre.
¡La belleza tiene nombre
y la llamáis Esperanza!
David Rodríguez Jiménez-Muriel. Pregonero de la Semana Santa de Granada del año 2015.
Fotos: Sergio Aguayo.
Vestidor: Esteban Cruz.